Breve reflexión sobre "El desplazamiento de la voluntad", de Nicolás Pontón. Gran Premio Salón Nacional de Arte Contemporáneo. UNT. 2017.
El artista ha montado aquí un dispositivo que se sostiene en
una paradoja. Si la verdad es desocultamiento, develamiento, es decir, un
proceso a través del cual el ser de las cosas se nos revela en su desnudez y si, como quería Heidegger, el arte es uno de los procedimientos privilegiados
para desocultar o develar el ser de las cosas, como lo hace Van Gogh en su
célebre cuadro Zapatos de campesino, entonces El desplazamiento de la voluntad desoculta a través del
ocultamiento.
¿Qué oculta?
La obra oculta, detrás de un velo traslúcido, una cosa u
objeto del cuál no podemos decir con precisión qué es o cuál es su sentido. El
objeto se deja entrever, se insinúa, pero no se deja atrapar nunca en su
desnudez.
¿Entonces qué es la que devela esta obra?
El desplazamiento de la
voluntad desoculta su
propia ambigüedad constitutiva, la incertidumbre que la atraviesa, la
imposibilidad de definirla o establecer un sentido último, de desgarrar su
velo sin destruir al mismo tiempo la obra y, por lo tanto, también, el goce de
su contemplación. Esta obra nos impide percibir el objeto con claridad y
deleitarnos con su sensorialidad, nos propone en cambio entregarnos al goce de
la ambigüedad y los sentidos evanescentes.