Golpe al corazón
El triunfo arrasador de Cristina de este domingo completa uno de los giros políticos y sociales más espectaculares que se hayan visto en nuestra historia. De la derrota política ante el campo en julio de 2008, y la consecuente derrota electoral de junio de 2009, a la aplastante victoria actual. En poco más de 2 años el gobierno revirtió una situación casi terminal y no sólo consiguió derrotar electoralmente a la oposición sino que la dejó totalmente dispersa a más de 35 puntos de distancia. La oposición y el bloque de poder de la Argentina, al cual sirve la mayoría de ella, no logra salir de su estupefacción aunque el resultado de las primarias de agosto les haya anticipado lo que se venía (las pesadillas lo son, precisamente, porque se repiten). Lo que no terminan de entender es cómo dejaron escapar hace dos años una situación, en la que a su parecer y el de otros muchos, el gobierno estaba para el tiro de gracia. Es el estupor del que se acerca a dar el golpe final al caído y éste desde el suelo, en un movimiento sorpresivo, le acierta una puñalada al corazón. Algo así no suele suceder con frecuencia ni en la Historia ni en la vida, pero esta vez sucedió.
Las razones
¿Cómo fue posible? La respuesta, según la oposición, hay que buscarla en el crecimiento de la economía, que actúa como “viento de cola”, y en el aumento del consumo popular que trae aparejado. Olvidan así que el gobierno tuvo que hacer frente en el momento de mayor debilidad política a la crisis económica mundial de 2008-2009 y con el timón muy firme preparar velas para cuando los vientos cambiaran.
En realidad, la resucitación política y social del kirchnerismo tiene que ver con la voluntad política de Cristina y Néstor Kirchner de dar pelea, de no capitular ante el bloque de poder, y al mismo tiempo de llevar adelante algunas de las medidas que los sectores nacionales y populares más consecuentes y lúcidos venían planteando con insistencia desde el conflicto del campo como necesarias para retomar la iniciativa.
La derrota a veces engendra victorias
Durante la pelea por las retenciones el gobierno confrontó con la oposición en “una guerra de movilizaciones” que mostró una inesperada paridad de fuerzas y cuyo corolario fue la derrota en el Senado a manos de Cobos. En todo ese tiempo el gobierno no tomó ninguna medida nacional o popular trascendente a pesar de las voces que advertían de que “no se podía ganar la guerra sin hacer la revolución”. Es decir, sin avanzar en el proceso de transformación del país.
Néstor Kirchner tomó nota de esto sin duda cuando en julio de 2008, a los pocos días de la derrota en el Senado, en un encuentro con los intelectuales de Carta Abierta, reflexionó: “Quizás debamos agradecerle a la Mesa de Enlace el habernos despertado”. En consecuencia, cuando los opositores se restregaban las manos creyendo que el gobierno iba a deponer las armas, a condición de que los dejasen terminar el mandato, Cristina y Néstor avanzaron. Fue una sucesión de medidas que dieron de nuevo impulso y profundidad al proceso de transformación iniciado en 2003 y entre ellas se destacan si duda: la estatización de los fondos de pensiones, la nueva ley de medios audiovisuales, la ley de matrimonio igualitario y la asignación universal por hijo.
De modo, que bien vista, la actual victoria tiene su origen en la lucha política, ideológica y cultural librada a principios de 2008 con motivo de las retenciones a la soja. Es verdad que el conflicto concluyó en ese momento con una derrota para el gobierno, pero lo es también que fue una gran escuela de aprendizaje para millones de argentinos (incluido nuestros gobernantes) sobre cómo funcionan las estructuras y mecanismos de dominación en nuestra patria y la confirmación a su vez de la necesidad de avanzar y profundizar el proceso iniciado en 2003.
Se dice que “la derrota es huérfana”, pero a veces genera hijos que construyen grandes victorias.
1 comentario:
Coincido plenamente con el análisis de Horacio. Y después de este extraordinario triunfo electoral, tampoco hay que dormirse. La lógica de esta guerra es que habiendo resultado inútil organizar y sostener mediaticamente a las fuerzas políticas de la oposición, las corporaciones pasen a otra fase, la de la desestabilización con operaciones de mercado. Para eso, nada mejor que el contexto de crisis del capitalismo mundial y sus "inevitables" consecuencias en America Latina. Ya lo dijo ayer Pagni: Cristina tiene que elegir entre la conciliación y la lucha. Y si hay lucha, terminará inevitablemente denunciado la "conspiración de los mercados" (que elegante La NACION)
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