domingo, 20 de septiembre de 2009

El "milagro" del kirchnerismo

"Sólo un lider mesiánico podía llevar tan lejos las cosas"
La media sanción en Diputados de la nueva ley de medios ha dejado atolondrada a la oposición. El adversario que creían tener contra las cuerdas después del resultado electoral del 28 de junio viene propinándole una serie de sucesivos e inesperados golpes. Sus principales líderes y analistas afines no alcanzan explicarse cómo es posible esto y sólo encuentran respuestas en la audacia y voluntad de pelea del ex presidente Kirchner al que terminan por reconocerle un gran talento maquiavélico. Tal es el caso del columnista Joaquín Morales de Sola quien en el diario La Nación dice al respecto: "Sólo un líder mesiánico, solitario y audaz, como lo es Kirchner, podía llevar las cosas tan lejos"; y agrega casi resignado: " El ex presidente puede y sabe construir -por qué negarlo- un océano de poder con apenas un charco de agua". Por su parte, Eduardo van der Kooy de Clarín tras preguntarse, irónicamente, "¿acaso está sucediendo un milagro?", pone el acento, entre otras causas, "en un pronunciamiento electoral ignorado" y en "una pequeña maquinaria de poder que decide todo y por todos".

Sin duda que la decisión del gobierno nacional de no aceptar las condiciones de capitulación que intenta imponerle el establishment (baja de retenciones a la soja, dólar más alto, etcétera) y su esfuerzo por retomar la iniciativa han contribuido en gran medida al actual escenario, pero la incapacidad de la oposición para sacar provecho de los golpes inflingidos al oficialismo tiene que ver con la naturaleza misma de las fuerzas que la componen. Efectivamente, no estamos ante un "milagro", pero sí ante una situación en todo caso singular.

¿Por qué la oposición se muestra impotente ?

Porque carece de un programa económico y social alternativo al del actual gobierno que pueda ofrecer a los sectores populares muchos de los cuales votaron a su favor el 28 de junio. El programa que tiene es inconfesable. Recordemos a Macri durante la campaña electoral cuando salió a defender las privatizaciones y tuvo que llamarse inmediatamente a silencio o a su aliado De Narváez, su contracara demagógica, al proponer en los días previos a la votación la reestatización de YPF. Se trata, obviamente, de recursos retóricos que algunas veces rayan lo rídiculo o proponen una segunda lectura, próxima al humor negro, como las recientes declaraciones de un dirigente radical:"Los peronistas ayudan a los pobres, los radicales queremos hacerlos desaparecer".


El malhumor con los Kirchner
Lo cierto es que más allá de rasgarse las vestiduras por el aumento de la pobreza en el país, coro al que se suma la Iglesia, lo que ha mostrado la oposición (Macri, Cobos, Reutemann, De Narváez, Carrió y Solá) es una sumisión total al poder económico concentrado. Su alineamiento disciplinado con la Mesa de Enlace y los monopolios mediáticos es una muestra de ello. Tienen a su favor, es verdad, el descontento de vastos sectores de población con los Kirchner producto de sus errores y limitaciones pero también por el trabajo sistemático de socavamiento de sus figuras que llevan adelante los medios. Esto le ha permitido a la oposición una buena cosecha electoral principalmente en la clase media, pero también en franjas populares que anteriormente acompañaron al Frente para la Victoria como lo demuestra, por ejemplo, la última votación en el segundo cordón del Gran Buenos Aires. La reacción conservadora ha logrado debilitar de este modo gravemente el sustento del gobierno, pero no ha logrado hasta el momento restaurar la hegemonía ideológica neoliberal que arrasó el país en la década del 90 y se quebró en diciembre del 2001 cuando la protesta popular desalojó a de la Rúa ante su obcecación en continuar el modelo económico menemista. En muchos sectores se ha logrado instalar el malhumor con Cristina Fernández y Néstor Kirchner, pero no quiere decir que por ello estén de acuerdo en que el Estado deba resignar un papel protágonico en la educación, la salud o la economía. Esta aún fresca la experiencia traumática del 2001.

La novela de los medios y el regreso a las fuentes
La oposición ha venido apelando al discurso vacuo de la "defensa de la institucionalidad" o a denuncias demagógicas sobre la pobreza, pero no puede oponerse abiertamente en nombre de la libertad de mercado a la estatización de Aerolíneas, de los fondos de pensiones o de poner un límites al poder de los monopolios. Sólo le queda contribuir de la mano de los medios al desánimo y la confusión general reduciendo todas estas políticas de Estado a una novela de ambición que tiene como protagonistas a los Kirchner.

Ahora bien, ¿donde reside el secreto de que el gobierno siga vivo y peleando no obstante los duros golpes que recibidos? En la decisión de volver a las fuentes. Es decir, en retomar el camino de transformaciones iniciado a partir de 2003 que le dio a Kirchner niveles de popularidad pocas veces visto y que después poco a poco fue olvidado en medio de la visión optimista y autocomplaciente del crecimiento inenterrumpido de la economía. La nueva ley de medios audiovisuales es una de las tareas pendientes de la democracia que este gobierno está a punto de concretar como lo hizo antes con el juicio y castigo a los genocidas o más recientemente con la reestatización de los fondos de pensiones. En el cumplimiento de ese programa nacional y popular pendiente el gobierno ha comenzado a recomponer sus fuerzas y a encontrar nuevos apoyos. Nadie debe cantar victoria antes de tiempo, pero el camino elegido por el gobierno aumenta sus chances.

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